Quisiera, que el día tuviera más horas para planear más cosas. Quizás descansaría, y no me enfadaría tanto cuando llegara a casa, y no tuviera ni ganas de hablar con nadie. Puede que cocinara y me impregnara del olor de la pasta pegada en el fondo de la olla. El pijama me echaría tanto de menos que me llamaría a gritos, y el sofá esperaría impaciente que me abalanzara hacia él. No me haría café. Dejaría que las horas se cernieran sobre mí, en el caso que mi cuerpo estuviera cansado. Si no, sumaría más horas para ver todas aquellas películas que me queda por ver. Escribiría mil y una cosas más, dejaría que mis dedos garabatearan cosas en el ordenador, o con la tinta del bolígrafo. Saldría de casa, me pondría la ropa de las cervecitas y recordaría una vez más junto a mis amigos, junto con los de siempre las mil y una cosas que hemos vivido. Somos tan simples, que nuestras conversaciones siempre suelen acabar igual, pero ¿Y lo que nos gusta a nosotros que? Leería mil cosas más al día, y me olvidaría de otras tantas miles que leo en el móvil al final del día. Me iría a la cama, y si no tuviera sueño no me importaría pensar en planes para el verano, para el curso que viene, para las vacaciones de Navidad.
Creo que me gusta demasiado planear.
Retales Impares 